viernes, 12 de junio de 2009

JUAN DE DIOS MORALES

“A morir y vencer por honor”

Mirada penetrante y segura. Pequeño de estatura, pero grande y altivo; de espíritu libre, familia distinguida y buena posición social. El alma de la revolución y la independencia del 10 de agosto de 1809, cobra vida en esta edición especial del Bicentenario, para contar algunos detalles de aquella noche y las consecuencias de dicha revuelta.

Nacido en Antioquia (Colombia) el 13 de abril de 1767, el Doctor Juan de Dios Morales se convirtió en el nervio principal del levantamiento, la noche del 9 de agosto, en la casa de Manuela Cañizares. Alrededor de sesenta personas se reunieron en el lugar que quedaba junto al Palacio y al Cuartel General, sitio no muy apropiado para llevar a cabo la idea independentista.

El Doctor en Derecho se caracterizó, siempre, por infundir confianza entre la sociedad y sus seguidores; aunque aquella noche, en la que algunos asistentes pretendieron retirarse de la reunión, tuvo que actuar de manera distinta para que todos los planes resultaran como estaban previstos. Tomó una escopeta, se situó en la puerta de la habitación y amenazó con la muerte al que intentara salir.

Estaba amaneciendo, el sonido de los pájaros indicó a los libertarios que llegó el día. Se iba a marcar una de las fechas más importantes para la historia ecuatoriana. El 10 de agosto selló la nueva era de emancipación política que llegó a la América española y el Doctor Morales tenía, ya definidos, los personajes principales de los seis barrios de Quito, para que actuaran como diputados del pueblo.

Un nuevo gobierno quedó constituido. El Presidente de la Junta fue el Marqués de Selva Alegre; el obispo José Cuero y Caicedo se quedó con la Vicepresidencia y los Ministros de Estado fueron el Doctor Juan de Dios Morales, Manuel Quiroga y Juan Larrea. Y ese mismo día comunicaron los motivos y propósitos de la revolución al Ayuntamiento de Caracas y al Virrey de Nueva Granada.

“Un derecho que conoce sus derechos, para defender su libertad y su independencia ha separado del mando a los intrusos, y está con las armas en la mano, resuelto a morir o a vencer, no reconoce a más juez que a Dios, a nadie satisface por obligación, pero lo debe hacer por honor”. Así comienza, Morales, el Manifiesto de la confirmación de la victoria del 10.

El ambiente se pintó de colores oscuros. Llegó la contrarrevolución de Riobamba; la traición de Alausí; la llegada de tropas del Norte y Sur; la falta de apoyo de Cuenca y Guayaquil y por último el Presidente español Ruiz de Castilla permitió el encarcelamiento de todos aquellos que habían tomado parte en la revolución, uno de ellos, Morales.

Alrededor de 100 patriotas fueron sentenciados y llevados al Presidio del Cuartel del Real de Lima. Un grupo de hombres, la mayoría del pueblo, no aceptó la decisión y asaltó el Cuartel. La arriesgada hazaña tuvo éxito, pero no creyeron que el jefe de los granadinos abriría de un cañonazo, un hueco, en la pared medianera de los dos cuarteles y así caer por la espalda a los asaltantes.

Pocos presos que estaban libres y el pueblo que asaltó el Cuartel huyeron horrorizados de la sorpresiva llegada de los granadinos. Más de sesenta patriotas fueron degollados sin misericordia y entre ellos estaba uno de los líderes de la emancipación, el Doctor Morales, quien derramó su sangre el 2 de agosto de 1810 dejando un altar de sacrificio y patriotismo.

Después de este especial, el Doctor Juan de Dios Morales retorna a las páginas de los libros de historia del Ecuador y de América, para que su vida, sus hazañas, su honor y lealtad sigan contándose durante 200 años más.

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