jueves, 8 de enero de 2009

La suma de los Chuchaquis

Crónica
“Qué hijue, cómo me duele la cabeza, me muero de la sed!” dice Alejandra (19) mientras intenta despegar su rostro de la almohada. Todo da vueltas a su alrededor mientras se pregunta “¿Cuántas botellas habré tomado?”, y responde en tono un tanto burlón: “Uff si me acuerdo hasta la quinta de Zhumir durazno, pero luego compraron Aguardiente y ahí si se me borró el casete”.

Horas más tarde el dolor de cabeza se agudizó cuando, tratando de llegar al inodoro y vomitar por cuarta vez, sintió que el cuerpo se desvanecía en el parquet de su cuarto. Cuando abrió los ojos se encontró semidesnuda, cubierta por una bata casi transparente, recostada en una camilla y con una aguja introducida en su mano derecha. “Intoxicación por exceso de alcohol”, escuchó decir al médico mientras examinaba sus pupilas con una luz que no le permitía abrir el ojo izquierdo.

Alejandra acostumbraba salir con sus amigos a tomar un “par de bielas” cada que se presentaba la ocasión. Pero perdió la cuenta de las veces que ingería alcohol a la semana. “Desde que entró a la universidad no hay día que llegué temprano a la casa y sin olor a cerveza o a trago fuerte”, comenta su mamá al médico mientras Alejandra aún intenta mover su cabeza con normalidad. “Incluso ahora sólo tiene mal carácter, se encierra en su cuarto y no habla con nadie que no sean los amigos con los que sale de fiesta”, añade la señora con voz preocupada.

“El proceso de desintoxicación tarda al menos 24 horas, lo aconsejable es que se quede en el hospital para controlar la medicación”, dice el doctor mientras la madre de Alejandra la mira con preocupación. Ella luce pálida, un tanto amarilla, había vomitado más de seis veces y su faringe presentaba lesiones sangrantes.

“Cuántos chuchaquis he tenido, pero este es el peor”, piensa mientras siente sus brazos débiles y un dolor extraño en el estómago, acompañado por acidez al tragar la saliva. El sueño se lleva su mente, mientras recuerda la cantidad de botellas vacías de cerveza que guardaba en fundas de basura luego de cada farra. Quizá cincuenta, o sesenta. La suma se le fue.

Por: Fernanda Morán
Fotografía: Fernanda Morán

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